Desde la perspectiva cognitivo conductual se entiende que los pensamientos, creencias y actitudes afectan a los sentimientos, emociones y a la conducta. Por lo tanto, este tipo de terapia combina aspectos de la terapia cognitiva y de la terapia conductual. Es decir, la terapia cognitivo- conductual (TCC) consiste en brindar al paciente técnicas que se centran en enseñar habilidades y estrategias para afrontar de mejor manera los problemas que emergen.
El paciente trabaja junto con el psicólogo para identificar y cambiar los patrones de pensamiento y conductas disfuncionales. El terapeuta realiza lo que se le conoce como análisis funcional de la conducta en donde se intenta averiguar los responsables de la producción o mantenimiento de los comportamientos desadaptativos y la relación de contingencias entre ellos.
Una vez que se ha detectado el problema se brindan estrategias cognitivo-conductuales para su solución, como técnicas expositivas, de resolución de problemas, entrenamiento en habilidades sociales, etc. El objetivo es modificar los patrones de comportamiento tanto en la manera de pensar y de sentir, así como en la forma de interactuar con los demás y con el entorno.
Actualmente las terapias de tercera generación son parte del modelo cognitivo-conductual las cuales contienen conceptos de la filosofía budista y de la terapia de aceptación y compromiso. Su objetivo es que los pacientes adquieran un estado de consciencia y calma que les ayude a autorregular su comportamiento y a conocerse mejor. Además de desarrollar la habilidad para mantenerse en el momento presente cambiando la actitud ante la vida.
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